martes, 24 de abril de 2007



Excepcional cosecha la del 2005 donde nuevamente los blancos llevan la voz cantante. Los rasgos mediterráneos y especiados de estos vinos heterogéneos y bien caracterizados incluso se amplían y mejoran con la incorporación de cepas foráneas que otorgarán a medida que ganen edad mayor complejidad y finura. Destacar el Ctònia de Masia Serra o el fenomenal blanco de Oliver Conti, una anormal fusión de gewürztraminer y sauvignon blanc. Sin embargo, cabe resaltar también la progresiva relevancia que los tintos van adquiriendo en esta dominación de origen. En lo más alto del escalafón los singulares vinos de Castillo de Perelada, especialmente su Finca Garbet, pero también algunas sorpresas y novedades como son los vinos de Vinyes i Cellers Mas Llunes, particularmente su Rhodes 2003 y los del Celler Arché Pagès, sobre todo sus tintos Bonfill y Cartesius, dos espectaculares tintos de 2004, que conjugan la garnacha con la merlot y la cabernet sauvignon. Por último añadir, que en el 2006 la D.O.Empordà pierde definitivamente el apellido Costa Brava. Las bodegas de la denominación sentían desde hace años que el concepto turístico-festivo que se asociaba al producto no se correspondía con la filosofía de comercialización vinícola de la zona.

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